Uno de los objetivos de la pintura del Renacimiento es crear efectos de perspectiva. Para ello se situarán los personajes en un entorno arquitectónico o paisajístico, dotando a la composición de un efecto espacial. En un primer momento, los paisajes serán meros telones de fondo, pareciendo totalmente ficticios. Pero a medida que pasa el tiempo, las figuras se van integrando de manera más acertada en el paisaje y éste va adquiriendo más importancia en la composición, llegando un momento en que el paisaje se convertirá en un asunto autónomo, como podemos observar en esta Vista de Toledo que pintó El Greco.
En época barroca el paisaje se convertirá en una temática independiente. Uno de los primeros pasos en esta dirección lo dará Annibale Carracci con su Huída a Egipto, donde las figuras se ven desbordadas por un bucólico paisaje de corte clásico. Pero el gran maestro del clasicismo en el paisaje será el francés Claudio de Lorena; sus obras consiguen unos maravillosos efectos poéticos gracias a la atmósfera con dorada niebla producida por la luz solar. Normalmente, son muy similares, siguiendo una composición predispuesta, muy idealizada. Sus composiciones resultan sumamente equilibradas, y sientan el modelo que se tomará durante todo el paisajismo posterior. Poussin será uno de sus principales seguidores y sus pinturas están en esta línea clasicista inaugurada por Carracci, mostrando sus paisajes bajo la excusa de tratar temas religiosos o mitológicos, en un momento en que el género paisajístico comienza a alcanzar su autonomía.
En los Países Bajos este género alcanzará una importante difusión. La razón debemos buscarla en el aumento de la demanda de este tipo de cuadros por parte de la burguesía, verdadero motor de la economía holandesa de la época. Los paisajistas holandeses nos ofrecen una visión más naturalista de su entorno, abandonando el clasicismo italiano.
En España el género paisajístico apenas tiene importancia frente a la pintura religiosa, aunque encontramos algunos ejemplos siguiendo la línea clasicista. Velázquez y sus vistas de la villa Medicis son un caso aparte, ya que gracias a su interés por la luz se consideran como un paso hacia el impresionismo.
Fuente:
http://www.artehistoria.jcyl.es/obrmaestras/videos/904.htm
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