viernes, 26 de octubre de 2007

Imágenes y Símbolos

Imágenes Realistas y No Realistas

Simbolismos en el altar del Día de Muertos.



Simbolismos en el altar del Día de Muertos.

ORÍGENES DE LA FESTIVIDAD DEL DÍA DE MUERTOS: La muerte en la cultura mixteca, como en la mayoría de las culturas Mesoamericanas, no representa el final de la vida, sino el inicio del camino a una nueva forma de existir junto a los dioses. Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Y es ese otro mundo sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos. Aunque consideraban que el ciclo de la vida culminaba con la muerte, consideraban también que esta última era sólo un paso más en la existencia, por ello debían realizar algunas ceremonias. Siendo la más importante la que es conocida actualmente como la Festividad del día de Muertos, la cual tiene un gran pasado prehispánico conjugado con la herencia española.

La ofrenda indígena se remonta hace unos mil 800 años antes de Cristo, pues sepultaban a sus muertos con ofrendas específicas. Más tarde, más o menos mil 500 años antes de cristo, los pueblos sepultaban los cadáveres acompañados con ricas ofrendas de cerámica, alimentos y utensilios personales. Los habitantes de mesoamérica creían que después de morir, continuarían viviendo en otro modo. Los muertos eran enterrados con toda case de objetos que pudieran serles útil en su viaje al Mictlán. La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los muertos. Así representaban la relación que creían existía entre el ciclo siembra-cosecha y vida-muerte. La existencia en el más allá decían, era de acuerdo con la forma de su fallecimiento, no a la conducta observada en vida, por lo tanto no se temía a castigos posteriores a la muerte.

DÍAS DE LA CELEBRACIÓN: 28 de octubre: Se recuerda a quienes perecieron violentamente o a los que murieron al nacer, conocidos como los “abrojos”. 31 de Octubre: Ponen los Altares para los niños y para los adultos en la tarde o en la noche, hay quienes a partir de las 12 del día. El 1º de Noviembre: El día de Todos los Santos. El Altar es más que nada para los angelitos que llegan desde las 8 a.m. (Oaxaca) o a partir de las 12 del día (Edomex). Los cuetes despiden a los “abrojos” y dan la bienvenida a los angelitos. Que se van a las 8 p.m. (Oaxaca) El 2 de Noviembre: El día de Los Fieles Difuntos. Se reciben a los adultos, que llegan desde las 8 a.m. y se van a las 8 p.m. (Oaxaca). A esa hora ya pueden recoger el Altar y empezar a repartir la ofrenda. Se van los angelitos a las 12 del día y legan los adultos. (Edomex) El 3 de Noviembre: Otros recogen este día el Altar a las 12 del día, hora en que se van los adultos y hasta entonces hacen la repartición. (Edomex)

ORÍGENES EUROPEOS: Se celebra en la iglesia Católica el 1 de noviembre día de “Todos los Santos” y tiene por finalidad honrar a todos los moradores del cielo, a los santos canonizados y a los que no lo han sido todavía. Fue creada por el papa Gregorio IV y a partir del siglo IX comenzó a extenderse por toda Europa ya que antes sólo se celebraba en Roma, pero únicamente entre los religiosos de los distintos conventos. En su etapa primitiva, esta fiesta nació en las catacumbas de Roma, al honrar en una ceremonia general a los mártires cristianos que fueron sacrificados en tiempos del emperador Diocleciano.

Para los católicos, el 2 de noviembre es también una fecha de celebración, pues en ella se intercede por las almas de los difuntos. Fue instituida entre los siglos X y XI por San Odilón Abad, quien pertenecía al Monasterio de Cluny, quien ordenó que en todos los monasterios de su abadía se celebrara a los Fieles Difuntos. La celebración consistía en misas, limosnas y oraciones, pues los vivos podían ayudar a los muertos mediante plegarias.” Se establece esta instrucción a raíz de un incidente singular ocurrido en dicho monasterio. Según referencias de algunos cronistas de aquella época, uno de los religiosos del monasterio escuchó gritos de rabia lanzados por los demonios ante las oraciones de los religiosos mediante las cuales les eran arrancadas de las manos las almas de los difuntos que ellos atormentaban, por lo que, enterado de este hecho, San Odilón expidió un decreto en el que ordenaba a todos los monasterios de su jurisdicción, se estableciese el día 2 de Noviembre la conmemoración de todos los fieles difuntos, rezándose el oficio de muertos o celebrándose misas de réquiem para todos aquellos que habían muerto desde el principio del mundo.

La creencia de que las almas volvían a la tierra existió también en algunos pueblos de España: el día de su llegada, las personas no se acostaban para que las almas pudieran descansar en sus camas.

Con la llegada de los españoles, llega el cristianismo los altares u ofrendas tienden a incluir nuevos elementos como: Santos, Cristo, cruces y algunas frutas que no existían en América. Dos de las principales similitudes entre estas dos visiones fueron la creencia de la inmortalidad del alma y el culto a los muertos. Al igual que el hecho de ofrecer presentes, encender velas y quemar resinas aromáticas. Después de la conquista española se estableció en México el día de Todos Santos y de los Fieles Difuntos, por disposición del Papa Gregorio IV.

DESTINOS Y DIOSES

Primero: El Tlalocan o lugar de Tlaloc; considerado como el paraíso del dios de la lluvia estaba reservado para aquellos que morían en circunstancias o fenómenos relacionadas con el agua: los ahogados, los fulminado por el rayo, de lepra, pulmonía, resfríos, quienes morían accidentalmente, , los que se desbarrancaban, a los que les cayó una piedra, par rayo. El lugar era una suerte de paraíso terrenal donde les recibía Tláloc. En ese lugar pasaban la eternidad cazando mariposas, disfrutaban nadando y comiendo deliciosos frutos o jugando pelota. Ahí reinaba un verano eterno.

Segundo: Con Huitzilopochtli,el dios de la guerra llegaban sólo quienes morían en combate, los cautivos que eran sacrificados, las mujeres que morían al dar a luz y y los comerciantes que habían perecido en las expediciones mercantiles. Llegaban a la casa del sol. Ichan Tonatiuh Ilhuícatl (“el cielo que es la morada del Sol”). Morir peleando era para los aztecas la mejor muerte, una muerte deseada. Pues ella otorgaba la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender como pájaros.

El tercer destino de los muertos era: el Mictlán o lugar de los muertos, sitado en las profundidades de la tierra, reservado para los no clasificados o para quienes morían de muerte natural. Era habitado por dos dioses de la muerte: el señor Mictlantecuhtli y la señora Mictecacíhuatl. El camino de las almas destinadas al Mictlán era muy complejo, pues durante cuatro años debían transitar por distintos lugares enfrentando todo tipo de peligros y visicitudes antes de llegar al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desparecían.

Esos lugares de paso al más allá eran: dos sierras que casi se juntan, una serpiente, una lagartija verde (algunos dicen que era un cocodrilo), ocho desiertos, ocho cerros, una zona de vientos helados que cortaban como navajas (por eso les quemaban sus ropas) y por último cruzaban el río Chignahuapan, con la ayuda del perrito con el que eran enterrados. Y así los afortunados que finalizaban con bien su travesía llegaban ante Mictlantecuhtli, a quien entregaban, a manera de ofrenda, manojos de teas y cañas de perfume, algodón, hilos colorados y mantas.

También para que sus almas pudieran llegar a su destino final y vencer las dificultades de su travesía les colocaban a los cadáveres diversos objetos, que les permitían vencer los obstáculos. De aquí viene de manera importante la concepción del Altar de Muertos como ofrenda actual. Durante ese largo viaje, podían detenerse en sus moradas terrenas solamente una vez al año, esa fecha caía a principios de noviembre. Para ayudar a que estas almas errantes recobraran fuerza y ánimos, los aztecas les preparaban un festín con la comida y la bebida que sus difuntos gustaban de tomar en vida.

Cuarto: Las almas de los niños pequeños muertos tenían un lugar especial, Chichihualco (la casa de la leche), donde había un bello y frondoso árbol, el Chichiuahuitl (árbol de leche) que como su nombre lo dice de sus ramas goteaba leche, con la cual se alimentaban. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba o el quinto sol. Tenían la creencia que ellos sí reencarnaban. Así, una vez más, de la muerte se generaría la vida.

Para los nahuas “cada dios elegía a sus súbditos y los mataba con sus poderes específicos. Había otros dioses que mataban a los elegidos y los llevaban a sus propios reinos. Por ejemplo, la muerte en estado de ebriedad era señal de que Ometochtli (el principal de los dioses del pulque) había escogido a la víctima, y que el destino del muerto era el paraíso de los borrachos. Otro caso interesante es el de Tlazoltéolt, diosa que inspiraba el adulterio y se llevaba a quienes morían ajusticiados por dicho delito. También Tezcatlipoca los aguardaba.

ELEMENTOS DEL ALTAR DE MUERTOS Y SU SIGNIFICADO. Cada uno de los siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo. Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas en el Altar de Muertos así como su significado son:

El agua: Representa la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen o sacien su sed después de su largo recorrido y también para que se fortalezcan a su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma. Es la que da vida y energía para el camino. En algunos lugares acostumbran poner una jarra y un vaso, preferentemente de vidrio transparente para que se pueda apreciar el contenido. El agua natural aparece como ofrenda en distintas culturas del mundo desde tiempos remotos. Algunas personas creen que al verla el alma se moja los labios resecos por el largo viaje desde el más allá. La sal: Es un elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras: Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Sirve como una guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan ver mejor su camino, llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Se dice que el cirio representa el alma sola. También representan con sus llamas la ascensión del espíritu. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa. En la antigüedad se decía que la luz servía para alumbrar el viaje que hará el difunto por el desierto que tendría que cruzar hasta llegar a su destino final. En lugares como en Xochimilco se acostumbra encender una vela por cada persona y se la llama por su nombre al prenderla. O se ponen tantas velas como son los infantes muertos que la familia aún recuerda.

Copal e incienso: El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Una fragancia que es un signo de reverencia. Se dice que se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro. También que el humo de éste simboliza el paso de la vida a la muerte. Algunas personas aún utilizan incensarios o en su defecto pequeños anafres o braceros. Se sirven de cote en rajas y o carbón de madera para poner en ellos pedazos de copal y ensomar el lugar.

Las flores: Son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo; la flor amarilla, la tierra y la morada el luto. Y el rojo de la "mano de león", "moco de pavo", o también llamado “gallito” o “cresta de gallo”, significa específicamente la expresión de la sangre de Cristo y la Resurrección, así como la vida humana y animal. Son un símbolo de festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se cree se irá contenta. En algunos lugares el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. Las flores de cempasuchil por lo general recuerdan el alma del difunto, ya que es la tradicional flor de muertos, su color es amarillo/o anaranjado se dice que representa la fuerza de la luz del sol y de la vida. Viene del náhuatl: cempoalxochitl que quiere decir “flor de 20 o más pétalos”, “veinte hojas” o "veinte flor”. Se dice que es efeméride de la muerte y que también simboliza la tristeza.

Caminos de pétalos: En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos, por lo general con flor de cempasúchil deshojada, desde la puerta de la entrada hasta el Altar que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. Representa así el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas, que por su color encendido como el sol sirve para iluminar y orientar el alma del muerto para que no se extravíe.

El pan: Es un símbolo que funge como un ofrecimiento fraternal. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Recuerda el alma del difunto y simboliza toda una tradición. Es un pan que se elabora en distintas regiones del país especialmente para esta Festividad. La pieza tiene forma redonda, para simbolizar una tumba; el núcleo, en la parte superior, representa la base del cráneo, los adornos laterales, los huesos de las extremidades; y es adornado con azúcar roja que simboliza la sangre. En algunos lugares como en Xochimilco es en forma de difunto y lleva un nombre. Para el Altar de los “difuntitos” se elabora un pan en piezas pequeñas y es el que se pone especialmente para ellos.

Retrato o fotografía del muerto/a: El de la persona a quien se dedica el tributo y cuya ánima nos visitará. Es un recordatorio de nuestros seres queridos. En algunos sitios se dice que éste debe quedar escondido y no a la vista, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.

Imágenes religiosas: De santos de la devoción tanto del difunto como de la familia. Se colocan para que sirvan como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos.

El platillo o la comida favorito: La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita. Con estos alimentos se trata de agradar el difunto compartiendo los que más le gustaban y ser gratos a su buena voluntad. En el Altar está constantemente presente una estela de aromas, representando el banquete de la cocina en honor de los seres recordados. El mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país. En algunos otros lugares acostumbran poner una o varias cazuelas con comida. Acompañándolas con un chiquihuite o tortillero. Los platillos varían de acuerdo a las regiones del país en donde se esté celebrando esta festividad.

Bebidas como el chocolate, el atole y el café: Son parte de las bebidas tradicionales que los vivos acostumbran tomar en esos días, especialmente el chocolate ya sea de agua o de leche; con lo cual se convida a los difuntos a deleitarse de estas bebidas y con mayor razón si en vida ellos también gozaban de su sabor. La tradición prehispánica dice que los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.

Hoy en día son una dulce Las calaveras de dulce: tradición que sólo está presente en estas fechas, son consideradas una artesanía Son una costumbre indígena. tradicional mexicana. Se Ya los pueblos acostumbra poner en el Altar mesoamericanos tenían con el nombre del difunto o presente el símbolo de la difunta en la frente del cráneo calavera como un recordatorio escrito sobre un papelito de la muerte como parte del brillante y con azúcar glass. proceso de vivir y no Actualmente las hay de representaban en absoluto para amaranto y de chocolate ellos un símbolo que les también. Y las realizan en causara terror, sino más bien varios tamaños. reverencia y respeto.

Slde 29: El licor y los cigarros: Es para que las ánimas que en vida gustaron de las “bebidas espirituosas” y/o de los cigarrillos recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida. Hacen la función de saciar la sed del muerto y darle también el gusto de tomarse un buen trago. Algunas personas acostumbran poner la botella del licor preferido, otras sirven una copita y así la dejan en el altar, dependiendo de la bebida que sea la acompañan con un salero, y con un platito con limón partido.

Papel picado: Es un adorno para el Altar que da colorido y representa la alegría de vivir. Muchos de sus diseños son artesanales y en ellos están estampados motivos relacionados con la muerte. Algunas personas las ponen como cortinas, carpetas o manteles para adornar las paredes cercanas al Altar y/o cubrir las mesas o los niveles del altar. Los colores usados en estos adornos tienen su significado: El color morado o rosa oscuro se usa en señal de duelo. El color morado es representativo del luto cristiano. Y el color naranja del luto azteca. El papel picado color negro en diseños geométricos es negro hace referencia, en la religión prehispánica al Tlilan, el lugar de la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos.

“Entierritos” o figuras con la forma de un esqueleto: Antiguamente eran mucho más conocidos los "entierritos" que eran representaciones de figuras humanas cuyas cabezas eran de garbanzos y con el traje de papel negro, simulando al difunto y a los padres trinitarios, que eran quienes se encargaban de llevar los cadáveres de la gente humilde al camposanto. Es muy encontrar representaciones con esqueletos en varias formas, son muy populares las que tienen una ambientación de acuerdo a diferentes profesiones y oficios; algunas son verdaderamente chuscas. Se representan en estas artesanías desde bebés hasta ancianos, todos “calacas”. Ambas artesanías acompañan el adorno del Altar y le dan un toque humorístico.

Las frutas naturales y las frutas en dulce: Son la ofrenda que nos brinda la naturaleza. Generalmente son frutas de la temporada que varían de acuerdo a las regiones. Son una manera de enriquecer el disfrute de las ánimas que vienen a saborear de los “olores” de las mismas. Porque se dice que es a través de los aromas que despiden tanto las frutas como la demás comida que ellas se alimentan. En algunas regiones como en el Istmo de Tehuantepec acostumbran colocar cuatro banderas de papel picado metidas en naranjas. Las naranjas o las frutas con banderas significan la libertad que la muerte da. Por otro lado cuando las frutas en conserva o en dulce tienen la función de endulzar el “paladar” de las ánimas y son un elemento para aumentar su disfrute.

Objetos personales del muerto/a: Algunas personas gustan de colocar aquellos objetos que fueron los favoritos o preferidos del difunto, los cuales, se cree que llevará a su viaje. Y dependiendo de su afición o del trabajo que desempeñó se ponen en la parte baja del Altar aquellas cosas queridas por ellos. En algunas lugares se acostumbra poner en el último nivel ropa limpia para recibir a las ánimas, para que se cambien y se quiten del polvo del camino, y se encuentren más cómodas durante su estancia entre sus familiares.

Niveles de la o las mesas para base del altar: Es muy común que el Altar se estructure en diversos niveles. Que por lo general son tres. Para su construcción se pueden utilizar mesas de diferentes tamaños o incluso tablas. En el nivel superior al centro del altar, es usual colocar una fotografía del difunto al que se dedica el Altar. En el nivel intermedio suele ponerse comida, golosinas y cosas que gustaban al muerto. En la parte inferior, además de leña, carbón, un brasero o Tres piedras empleadas como piragüas para formar un fogón, se coloca agua y una cruz de ceniza. Con la llegada de los españoles llega el cristianismo, por lo que los altares u ofrendas sufren algunos cambios como fuero colocar imágenes religiosas de santos, Cristo, cruces y también algunas frutas que no existían en América. Dentro de la doctrina cristiana los tres niveles del Altar representan a las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu santo. Cada nivel es cubierto con un mantel bordado o deshilado, papel de china, plástico y cubierto también por flores de muerto las cuales forman una alfombra sobre la que se va depositando toda la ofrenda.

Juguetes y dulces: En el altar de los “difuntitos” se acostumbra poner juguetes, que en algunos lugares aún son de barro; para que estas almitas tengan con que jugar y divertirse más durante el tiempo que van a acompañar a sus vivos.

Los arcos de caña: En algunos lugares de la República, como aquí en ciertas comunidades de Oaxaca el Altar es adornado principalmente por un arco de carrizo o de caña de azúcar cubierto con flores multicolores de cempazúchil; y el arco sostiene hilos de los que cuelgan mandarinas, naranjas, limas y plátanos. La cantidad de arcos varía de dos arcos a cuatro; a este conjunto suele llamársele portada o retablo. El arco habla del deseo, de quienes viven en la tierra, de unirse a los que ya habitan en el cielo, a los que ya no morirán otra vez.

“Si en todas partes estás, en el agua y en la tierra, en el aire que me encierra y en el incendio voraz; y si a todas partes vas conmigo en el pensamiento, en el soplo de mi aliento y en mi sangre confundida, ¿no serás, Muerte, en mi vida, agua, fuego, polvo y viento?” Xavier Villaurrutia, “Décima muerte”:

jueves, 4 de octubre de 2007

Elementos de la Publicidad

Aquí tienen la guía de elementos que debe tener una Imagen Publicitaria, los cuales utilizarán en el proyecto creativo del bloque 1 para Segundo Grado.